"Soy como el maestro chasquilla... le hago a todo". Así define José Manuel Urenda (51) su participación en el holding de empresas que pertenecen a su familia. Y tiene mucha razón. No sólo porque está presente en prácticamente todas las empresas del holding familiar (es gerente general de Empresas Navieras, preside su filial Agunsa y, a su vez, SCL Terminal Aéreo de Santiago y es vicepresidente de Portuaria Cabo Froward, otra de sus filiales), sino porque con Agunsa, su empresa regalona -como él mismo la llama-, este año ha emprendido una serie de desafíos.

Partiendo por el rubro aéreo. Ahí tienen una especial tarea con el aeropuerto de Santiago. Con el objetivo de mejorar las rentabilidades, espera alargar el tiempo de concesión. ¿Cómo? A través de un seguro de tráfico que está negociando con el gobierno -que funciona muy parecido al de las concesiones viales- que le pueda garantizar una tasa de crecimiento del tráfico y le permitiría alargar la concesión en caso de que la empresa no obtenga ganancias. Un desajuste que, de hecho, la concesionaria ha sentido en el último tiempo como consecuencia de la crisis que sucedió a los atentados a las Torres Gemelas en Estados Unidos -mercado que representa un cuarto del movimiento internacional de pasajeros-, la crisis argentina -que representa otro cuarto para Chile- y la difícil realidad económica por la cual ha atravesado el país, que ha disminuido el flujo de turistas nacionales.

Por eso, también, los ojos están puestos en aeropuertos internacionales. El 2001 obtuvieron la concesión Montego Bay, en Jamaica, y recién en abril de este año comenzaron a operarlo. La expansión les interesa. Porque en septiembre se presentarán a la licitación del aeropuerto en Guayaquil. Y en Chile, ya tienen una oferta para adquirir un aeropuerto local. El nombre, eso sí, es un secreto.

A eso hay que agregar que Agunsa es el agente de ventas de United Airlines en Chile y que, además, representa a Sky.

Eso sólo en la parte aérea. Porque en la marítimo portuaria -la gran actividad de este grupo, que la tiene presente en 10 países- hay un ambicioso proyecto en marcha que estará listo en agosto. Con una inversión de US$ 13 millones, ese mes inaugurarán un gran centro de distribución y logística ubicado en Lampa que permitirá, entre otras cosas, administrar el bodegaje.

Asimismo, están muy atentos a lo que ocurre en el proceso de licitación del espigón de Puerto Valparaíso, que fue postergado en marzo por la Empresa Portuaria Valparaíso (EPV), la firma a cargo del proceso. A raíz de ello, Agunsa presentó un recurso de amparo económico, porque la estatal había dejado pasar los plazos estipulados. En el proceso, los alegatos vienen pronto y Urenda tiene fe en "ganar el recurso".

Más empresario que abogado

Eso es sólo una parte de lo que a José Manuel Urenda preocupa cada día. Por eso hoy poco de abogado le queda y tiempo para hobbies no tiene. Es un ejecutivo ciento por ciento. Al parecer, su padre tenía razón cuando le dijo que estudiara Ingeniería Comercial, cosa hizo en la Universidad Adolfo Ibáñez. Pero le duró poco. Lo suyo estaba en el derecho, por lo que al año se cambió a Leyes en la Universidad de Chile de Valparaíso.

Eso de hacer muchas cosas le viene desde aquellos años. Porque sin recibirse ya tenía un potente listado de clientes a los que atendía en las dependencias del estudio de abogados de su familia. Por eso no es raro que tardara tanto en recibirse. "Egresé el '76 y juré en la Corte Suprema en enero del '83", recuerda.

Pero lo de empresario también estaba en su sangre. Mientras estudiaba en la universidad, tuvo su negocio: una distribuidora de autos Honda con Eduardo Kovacs.

Al mundo de las empresas grandes llegó por su familia. Porque fue su abuelo Carlos Urenda quien redactó la escritura de constitución en Interoceánica en 1930 y fue su padre -durante años el abogado de la empresa y más tarde accionista minoritario-, quien, junto a otros socios, compró la compañía cuando se reprivatizó en los años '80 luego de haber sido intervenida en el gobierno de la UP.

José Manuel Urenda estaba recién recibido y como un experto abogado comercial se abocó a reestructurar la compañía y se incorporó al directorio. Ahí salieron a relucir sus dotes negociadoras, destacadas por quienes lo conocen. El tema lo absorbió tanto que en 1986 se trasladó a Santiago y desde hace ocho años abandonó el derecho: "Dejé de atender clientes". Y es que a medida que su padre, el ex senador UDI Beltrán Urenda, se metía en la política, él dejaba la abogacía para dedicarse a las empresas, comenta un amigo.

Ese mismo año, junto a César Barros y Eduardo Labbé, formó la corredora de Bolsa Eurovalores. "Nos fue muy bien", recuerda. Tanto, que ya en el año '89 la tenían vendida.

Agunsa por separado

Lo divertido es que por aquí cae el tema de los aeropuertos y por mera coincidencia. Porque en el proceso de reestructuración se decidió darle vida propia a Agunsa como empresa de carga marítima. Como conciliador y buen componedor de equipos, según lo define un amigo cercano, formó un staff renovado que encabeza su amigo y compañero de colegio Franco Montalbetti. Y fue dentro de esa definición que, posteriormente, se decidió a incursionar en el servicio de carga aérea.

Y aquí viene la coincidencia. Porque luego de que Agunsa decidiera entrar al negocio de la carga aérea, postuló a la licitación del aeropuerto. Inicialmente, el proceso contemplaba la separación de la parte de pasajeros de la carga. Sin embargo, en la mitad del camino el gobierno decidió licitar el paquete completo. Agunsa no desaprovechó la oportunidad y junto al fondo de inversiones Sabco, a la constructora española Dragados y Construcciones, a la también española Fomento de Construcciones y Contratas y al Aeropuerto de Vancouver, de Canadá, se adjudicaron en 1997 la licitación del aeropuerto de Santiago y comenzaron a operarlo en 1999 por un período de 15 años.

Con la construcción de la primera etapa de la ampliación del Terminal Internacional -con un costo de US$ 250 millones, de los cuales US$ 37 millones fue capital directo y US$ 213 millones deuda-, "Agunsa se hizo más conocida en Chile y empezó a actuar en las ligas mayores", dice Urenda. De ahí también el interés de los agentes internacionales de invitarlo a participar en otras licitaciones.

Así llegó la posibilidad de incursionar en Jamaica. "Nos invitaron a participar, pero la verdad es que no le dimos mucha bola, pero YVR -su socio en Santiago- nos pidió que nos incorporáramos al consorcio". Los convenció, porque hoy son socios con el 35%. Y es que esta era una concesión "muy atractiva para el inversionista, porque la obra se va construyendo a medida que se van gatillando determinados hitos, como el crecimiento de pasajeros. Es una concesión al doble de plazo que en Santiago (30 años) y una inversión inferior: US$ 180 millones. Además, es el segundo aeropuerto del Caribe y maneja del orden de tres millones de pasajeros, un pasajero turista que, por lo tanto, consume en el aeropuerto", explica.

Por eso Agunsa se ha transformado en la regalona de José Manuel Urenda. "Porque es una empresa con un giro muy amplio: servicios a la carga aérea, terrestre y marítima, bodegaje, logística y distribución. Es esta amplitud la que ha permitido que tenga "un crecimiento espectacular", dice Urenda. Sus ventas crecieron 11,9% entre el 2001 y el 2002, pasando desde US$ 96,6 millones a US$ 108,1 millones.

Fuente:La Tercera